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Paulo Oppliger: La desconocida historia del mejor esquiador chileno de todos los tiempos
Partamos del principio: ¿Tu nombre, dónde naciste, dónde te criaste y en que colegio estudiaste?
Mi nombre es Paulo Augusto Oppliger, nací el año 71 en Brasil, Porto Alegre, Rio Grande do Sul, el país mais grande du mondo (bromea). Estuve en Brasil en un colegio que no recuerdo el nombre, hasta los cinco o seis años y ahí me vine a Chile a estudiar en el colegio suizo.

¿Cuándo comenzó la pasión por el esquí?
El esquí comenzó con mi abuelo, con el subí un par de veces a Portillo y por x razón, que no me acuerdo, subí a Lagunillas una vez, iba con un primo por el día, porque tenía un tío que era patrulla y ahí empecé a esquiar. De repente como a los diez años se me acerca un francés, me pregunta por mi nombre y me dice que estaba interesado en entrenarme y así empecé a entrenar.
¿Quién era este entrenador?
El es Patrick Garcie, era un francés fanático de la montaña y el esquí alpino y bueno yo subía solo arriba, porque mi viejo vivía en Brasil y mi vieja no esquiaba mucho y él me empezó a entrenar. Se puso en contacto con mi Tío y Mamá y dijo “este chico tiene capacidades así que déjenme entrenarlo” (imitándolo con acento francés).
¿Esto era todo en Lagunillas, los fines de semana o durante la semana también?
Si, todo en Lagunillas, era los fines de semana, pero cuando podía capear en la semana también lo hacía. La verdad, que desde que empecé a entrenar me gustó mucho el esquí alpino, especialmente la velocidad y a este franchute le gustaba la velocidad, entonces entrenábamos todo tipo de disciplinas ya fuera Slalom, Gigante, incluso me inventó un Descenso.
¿Cuándo decidiste que querías empezar a competir?
Más o menos a los diez años, mi entrenador me dijo fuéramos a competir la primera fecha del circuito nacional. Yo no tenía idea a lo que iba, pero bueno, vamos dije. Era un Gigante y salí último, era de esperar si tenía diez años. Y ahí seguí entrenando y me llevó al Nacional Infantil al año siguiente y ahí salí primero en mi categoría en Descenso creo.
¿Hubo alguien que te incentivara, a parte de tu entrenador, tuviste apoyo de la familia?
Sí, tuve apoyo de la familia, mi abuelo era fanático, mi mamá también, no eran fanáticos del esquí propiamente tal, pero me decían que si a mi me gustaba y me comprometía con mis deberes y responsabilidades, me iban a apoyar y así me empezaron a apoyar.
¿Cuándo empezaste a correr y cómo te iba? ¿Siempre destacaste como esquiador? ¿Quiénes eran tus rivales y compañeros?
A los 11 años empecé a correr más en serio, salí campeón nacional casi todos los años, no tenía rivales de mi generación, había otra generación más grande y de mis rivales directos estaba Mauricio Rottela, Juan Pablo Santiagos, Diego Margozzini y ahí fuimos formando un grupito bien entretenido.
¿Cuéntanos de la transición al equipo nacional, a qué edad fue? ¿Quiénes eran tus compañeros de equipo?
En realidad, la transición al equipo nacional fue demasiado temprana. Yo creo que debo haber tenido quince años y me llevaron a Europa con el Equipo Nacional y todos tenían más de veinte años. Estaba Andrés Figueroa, Hayo Kosmann, los Linneberg el Huaso Martí y yo era un rookie, rookie, rookie. Me hicieron correr un par de carreras y después me lesioné, porque me quebré el humero en descenso y me tuve que volver a Chile.
¿Dónde fue ese accidente?
En Crans Montana y después de eso permanecí en el Equipo Nacional y ahí me mandaron a las Olimpiadas de Calgary.
¿Qué entrenadores te marcaron la diferencia en ese minuto y te hicieron crecer como esquiador?
Yo en esa época entrenaba en Francia, pero me acoplaba al Equipo cuando hacían carreras en Europa, porque ellos eran mucho mayores que yo. Yo tenía un entrenador que se llamaba Marco Büchel, el me entrenaba y en el Equipo Nacional había un entrenador que se llamaba Carles Font, que era de Andorra y Marco era franchute, los dos me apoyaron mucho y la verdad es que cuando empecé esa temporada el 2000, perdona, me traspapelé (se ríe), la temporada esa fue el 88. Empecé normal y ahí me llevaron a las Olimpiadas y en las Olimpiadas había que entrar como gladiador a los descensos, porque eran duros como zapato y bueno salí vivo de esa semana de Olimpiadas. Volví a Francia y me mandaron a correr unas carreras FIS de descenso y fue como volver a correr al Colorado Chico (pista fácil de el Centro de Ski el Colorado), una cuestión muy simple, en una partí cincuenta y quedé cuarto. Ahí fue cuando me dijeron que tenía capacidades. Decidí quedarme en Europa y fui a un internado en Suiza y estuve cuatro años internado.
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¿En que carreras importantes corriste mientras estabas en el equipo? ¿Algún logro a destacar?
Las carreras más importantes como chileno, primero, Calgary (las olimpiadas) porque me hizo crecer técnicamente mucho, fue violentísimo el progreso, corrí todas las disciplinas, pero en velocidad progresé mucho. Después de eso tuve el Mundial Juvenil, que salí tercero y al año siguiente en el Mundial Juvenil salí décimo, pero en esa generación eran muy potentes estaba, Aamodt, Kjus, Franco Colturi, así que había gente muy potente. Después de eso hice una temporada Copa del Mundo y Copa Europa, me fue bastante bien en una Copa Europa y de ahí me mandaron al circuito completo de Copa del Mundo, donde también tuve un crecimiento importante. Lo que pasa es que uno llega a un buen nivel y lo difícil es mantenerse después. Influye mucho las lesiones, el trabajo físico, pero este deporte más que nada lo que se necesita es feeling, ubicación en el espacio. Yo tenía un alumno que una vez en un descenso salió para la derecha y no para la izquierda, pero zafó (se ríe), tuvo mucha suerte (ese alumno era yo).
¿Cómo fue el Mundial Juvenil, donde fue?
El primer Mundial Juvenil que corrí fue en Madonna di Campiglio, me fue bastante bien salí entre los veinte o veinticuatro, este fue el año que me empezó a ir bien. De ahí al año siguiente, el Mundial que fue en Anchorage Alaska, donde salí tercero, que no lo podía creer, fue impresionante la sensación. El pódium fue Eddy Podivinsky, Daniel Brunner y cuatro salió Tommy Moe (futuro campeón Olímpico). De los primero diez de esa lista, creo que salieron tres campeones Olímpicos y lo digo con orgullo (se ríe). Después de eso corrí otro Mundial Juvenil en Zinal, que fue mi último, después ya corrí Copa Europa y Copas del mundo, etc.
¿Cuéntanos de la transición al equipo suizo? ¿Por qué entraste a ese equipo, tu edad y tus compañeros, en que parte de Suiza vivías y con quién?
La transición al Equipo Suizo fue bien especial, yo no me quería cambiar de país, porque uno siempre quiere correr por Chile, pero, faltaban recursos. La primera opción que se me dio a mi era correr por Francia, pero yo no tenía la nacionalidad francesa, entonces tenía que esperar dos años, seguir corriendo y después hacer el cambio. Me habían conseguido el pituto se podría decir, o el trámite legal. Pero al mismo tiempo nació la posibilidad de correr por Suiza porque yo tenía muy buenos puntos en Super G y en esa época no había muy buenos corredores de Super G en Suiza y bueno, decidí correr por ellos. Hice el cambio en abril-mayo y como Suiza está en la federación Internacional, no me cambiaron el código, ni me sacaron los puntos y eso me ayudó mucho. Me fui entonces a vivir a Berna que es la capital.
¿Pero antes de esto ya vivías en Suiza?
Si, lo que pasa es que yo me fui muy temprano a Suiza a estudiar al internado, estudié ahí como tres años y tuve un contrato para poder entrenar con la Federación Francesa, esto fue de los diecisiete años en adelante, era una especie de Internado Universitario. Cuando empecé a entrenar con los franceses es cuando pude hacer el cambio para irme a correr por Suiza. Me fui a Berna y mis compañeros de equipo eran gallos súper famosos en el rubro, entonces yo era un rookie los primeros años. Tuve mucho bullying, el primer año no me fue bien, tuve una hernia discal por los entrenamientos y me tuvieron que operar de la espalda, dos veces en la zona lumbar. Me recuperé y volví a correr el segundo año por Suiza, las historias son buenas. Una vez me caí en una copa del Mundo en Val d'Isère y no veía nada, me bajaron en helicóptero porque quedé con el ojo pulverizado. El doctor me dice, tuviste suerte casi perdiste el ojo, me recuperé y a los seis días me llama mi entrenador jefe y me dice, cómo estamos. Yo le digo, estamos bien, entonces me dice que vamos a ir a correr unos Super G de la Copa Europa. En esas carrearas dependiendo del resultado, mandaban al equipo a correr Kitzbühel, me fue bien, no me acuerdo el puesto, pero eran carreras que corría Peter Müller (campeón del mundo). Ahí me mandaron a Kitzbühel, llegué al lugar, me instalé en la pieza y fuimos a comer. Cuando estábamos comiendo todo el equipo llega Daniel Mahrer, un corredor muy conocido suizo y mira a los compañeros y dijo haber quienes son los rookies de aquí y estaba Bruno Kernen y yo. Nos mira y dice, háganse los bolsos, por favor, sería una lata hacerle los bolsos, ya que los rookies siempre se caen en esta pista (Paulo se ríe). Bueno esa noche claramente no dormí mucho, pero bueno, había que correr igual. Es una linda experiencia correr Kitzbühel, les recomiendo algún día ir a ver la carrera, porque es un evento impresionante.
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¿Queremos saber más de Kitzbühel, cuéntanos que se siente de cima a meta, que se piensa en las distintas etapas de la carrera, cómo es estar en esa partida, cuales son las conversaciones con los corredores antes de partir?
Cuando estás en partida, primero, los corredores que en otras circunstancias están más relajados, en Kitzbühel no hablan, entras a tu cabina y ves a algunos que no son muy católicos y se transforman en católicos, todos muy nerviosos. Esta es una pista que es realmente muy difícil, con mucho hielo, depende del año obviamente, pero generalmente hay mucho hielo, mucha contrapendiente y se va a alta velocidad. La única forma de llegar abajo es atacar, si tu te tiras a la defensiva no vas a llegar. La sensación de estar en la partida, bueno uno aprende al tiro que hay que atacar la montaña, estar seguro sobre el pie exterior, pero dócil y cuando llegas a la meta, al menos en mi caso sentí que me podía retirar tranquilo. Desde chico fui muy soñador y quise codearme con los gayos buenos, estar en las Olimpiadas, yo era un fanático del esquí, cuando llegué a la meta de Kitzbühel sentí que la había hecho. Ahora, hay que decir que hay una gran diferencia entre correr Kitzbühel y participar, a querer ganarlo.
¿Cómo te fue en Kitzbühel?
Lo corrí dos veces, una me fue mal y la segunda salí 36 o 34 no estoy seguro. Mi mejor resultado en una Copa del Mundo fue en Japón, salí 16 y Wengen que salí 29 o 28.
¿Sucede algo en el ambiente cuando alguien se cae en una carrera como esta?
Por sentido común, cuando estás en partida, no te avisan si alguien se cae. No te pueden avisar, solo dicen que están arreglando la pista o cualquier cosa, lo que pasa que si ves el helicóptero te das cuenta que algo pasa y eso suele suceder. Me acuerdo una vez corriendo Wengen, era la primera o segunda vez. Partía cuarenta y algo o cincuenta y adelante mío se cayeron tres personas, entonces cada caída era media hora de pausa, entre el helicóptero, arreglo de mallas, etc. Ese año que se cayeron tres personas, yo partí súper tarde me acuerdo y una de las personas que se cayó falleció, en el momento no lo supimos y además no se paró la carrera. El esquiador que falleció fue Reinot Reinstadler. Este es un deporte de riesgo, uno lo asume, lo único que te puedo decir es que para los niños que son fanáticos o la gente que es fanática, yo creo que tiene que nacer de cada uno el querer hacer las cosas, el querer entrenar. Después cuando uno se hace el camino, ahí también recibe el apoyo familiar, institucional, etc. Desgraciadamente no se puede comparar una Federación o estructura Sudamericana con una europea, que está enfocada en sacar campeones. Desde el punto económico, de recursos humanos y de conocimientos. En Europa tu eres un profesional y acá no, allá el estado te paga. Si lo llevamos a números, en mi época el presupuesto de deportes de alto rendimiento en Chile, es decir, todo el deporte chileno era de USD 1 MM, algo por ahí. Cuando yo entré a Suiza el presupuesto, solo de la federación de esquí de Suiza eran USD 37 MM, de la época, creo que ahora son alrededor de USD 150 MM. Ellos invierten y les da lo mismo lo que inviertan, porque dicen, si al menos salen dos que tengan un retorno, eso les da una tarjeta de presentación, influyen las marcas, la producción, etc.
¿Hay alguna otra pista que te pareció particularmente desafiante?
Me gustó Wengen, fíjate que nunca corrí Bormio, que al parecer era muy duro. Kitzbühel está a otro nivel, Garmisch es desafiante, Whistler me gustaba mucho y Val Gardena era bonita pero no tan desafiante. Antiguamente, había una marca que se llamaba los club cinco, que eran, Kitzbühel, Garmisch, Val Gardena, Val d'Isère y Wengen, estas eran las pistas más fuertes que habían en Descenso. Hay un dicho muy famoso que dice, el Slalom y El Gigante son disciplinas, el Super- G y el Descenso son una cultura.
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¿Es verdad que tenías un Fan Club?
Mira, yo no tenía idea en su minuto que las federaciones aceptan interesados en formar un club de fans. Una vez fui a correr una carrera, no recuerdo donde y llegó mi fan club que yo desconocía, con campanas y ese tipo de cosas. Después de la carrera hay que compartir con ellos e invitarlos a una cerveza, bebida o un jugo. Fue bien simpático (se ríe).
¿Qué accidentes grandes tuviste?
¡Uuff por donde parto (se ríe), tuve muchas lesiones! Tuve uno muy joven entrenando Descenso en el cual me reventé el bazo y estuve en el mismo hospital donde estuvo Schumacher en Francia, Grenoble, un mes completo en la UCI, me operaron como tres veces. De ahí salí con 27 kg menos, pesaba 53 kilos. Bueno, ahí todo el mundo le decía a mi Mamá que dejara de correr que era un peligro, pero volví a correr. Después me quebré el húmero expuesto, con Andrés Figueroa. Tuve como tres traumatismos craneanos, por eso a veces me tirita la cabeza (bromea). Después en Val d'Isère, me caí de cabeza en el hielo y la antiparra estaba tan helada que se me enterró en el ojo, por suerte, no llegó a la cornea, me sacaron el pedazo de mica y zafé justo. La verdad, me lesioné casi todas las articulaciones, menos las rodillas, por suerte y toco madera.
¿Yendo más a lo personal, como era el día a día en el equipo, que te gustaba y que te agotaba de ello?
El día a día era muy intenso, precalentamiento en la mañana antes del desayuno.
Después en los glaciares teníamos las pistas preparadas para cuando llegábamos, hacíamos bastante frecuencia y bueno, volvíamos al hotel, kinesioterapia, sesión de videos, terminábamos tipo 17:30 y de ahí te preparabas, comías y nuevamente lo mismo al otro día. Los ciclos de entrenamiento eran de mínimo cinco días y máximo veinte días. A veces nos íbamos a USA, entrenábamos en Cooper Mountain o Beaver Creek, después nos íbamos a Nakiska, era muy entretenido. Lo divertido de los suizos es que con algunos hablas francés, con otros alemán, otros hablan un dialecto que se llama Romanische. Es como cualquier institución, ayudan al mejor, acá el objetivo es ganar, no hay otro objetivo. Te cuidan, pero no te cuidan tanto, porque si te caes o lesionas detrás de ti vienen tres más.
¿Por qué decidiste retirarte, que pasó? ¿Te arrepientes de ello?
No me arrepiento de ello, cero. Pero, la presión fue muy fuerte, era Sudamericano y viví mucho tiempo solo, eso me mató un poco. Las lesiones me fregaron también, una en la espalda me jodió, me la traté mucho pero no fue suficiente. Cuando me retiré justo entró un entrenador jefe al equipo Suiza que me dijo Paulo no te retires, quédate con nosotros, pero yo ya había tomado la decisión. Esto fue a los veinte y cinco años, muy joven, yo debería haber tenido un maestro que me dijera tómate seis meses de descanso y recupérate para volver a Europa. Justo ese año yo volví a Chile, como diez días para estar con la familia, la polola y a los pocos días me avisaron que tenía un entrenamiento, no recuerdo donde. Le pregunté al entrenador si podía faltar al entrenamiento porque me quería regenerar estando en la casa. El big boss, me dijo que si no iba al entrenamiento no estaba en la Copa del Mundo, fue bien perro, pero es pega, nada que hacer. Si pudiera resumir, lo que me mató fue la presión y las lesiones. También uno echa de menos la casa, la pieza, eso yo no lo había tenido porque llevaba internado tres años. Igual aprendí mucho, porque tenía compañeros Achim Vogt, que ganó Copas del Mundo, Marco Büchel que fue un gran descensista, también ganó Copas del Mundo, todo eran de Liechtenstein.
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¿Hay algo que no me queda claro, el internado era una especie de Universidad?
Lo que pasa es en que Suiza está la Realschule, la Handelsschule y el Gymnasium. Yo estudié en el Handelsschule que es una especie de escuela de negocios. Esta Universidad entre comillas, era un internado especifico para esquiadores. La parrilla educacional era al revés, estudiábamos más en verano y en invierno estábamos libres. Tenía muy buenos compañeros, algunos del Equipo Nacional Suizo y de ellos aprendí mucho.
¿Qué hiciste después del retiro, fue difícil buscar otra pasión?
A todo el mundo se le hace difícil, para todos los deportistas con independencia de la disciplina, es difícil. Porque uno da una vida por la actividad que uno quiere, entonces buscar una motivación paralela no es fácil, pero uno se va adecuando.
¿Qué haces ahora? ¿Tienes nuevos proyectos?
No tengo nuevos proyectos, pero tengo una tienda de deporte y voy a seguir trabajando en el esquí, enseñando. Este año voy a enseñarle a los niños más chicos (categoría U14), que se pueden amoldar más rápido.
¿Qué le recomendarías a un joven apasionado por el esquí y que quiera hacer carrera en este deporte?
¿Quieres que sea sincero? Bueno, si un joven, muy joven, tiene capacidades y tiene futuro, primero tendría que darle el consejo que tenga el apoyo incondicional de sus padres, su familia o de la estructura que lo protege y si tiene los medios que se vaya a una estructura europea o americana, como lo hicieron los Holscher, Horwitz y von Appen. Todos se han ido a USA fíjate, yo optaría por Europa, porque las estructuras son un poco más exigentes. Es una opinión nomás, puedo equivocarme. Pero siempre hay un camino, si realmente te gusta la actividad.
¿Crees que tiene algún futuro el esquí chileno?
Siempre tiene futuro, todo va relacionado con el esfuerzo y la dedicación, pero no es fácil, para nada. Ojalá fuera más fácil, teniendo tanta cordillera, pero no hay una cultura alpina competitiva y eso hay que fomentarlo y educarlo. Además, es un porcentaje muy pequeño de la población el que esquía, entonces no hay masa, entre mas masa más posibilidades. La temporada en Chile también es corta, en Europa puedes esquiar diez meses por los glaciares. Lo otro importante es cuidarse mucho el cuerpo, porque las lesiones juegan muy en contra.
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